Nuestra piel está en siempre en movimiento, es un cambio de estaciones: una renovación permanente. Por ello es importante darle una ayuda para que las áreas que han marchitado puedan dar lugar a piel nueva y suave.
Un jabón con miel y avena aporta beneficios a la piel que las cremas comerciales prometen, pero que pocas veces cumplen debido a la masificación de los productos de belleza industrializados. Las alternativas artesanales otorgan beneficios que difícilmente llegan a los aparadores de los supermercados.
La avena tiene propiedades exfoliantes naturales que remueven las células muertas de la piel. La miel, por su parte, ayuda a suavizarla y hacerla más tersa al tacto y a la vista. Esta combinación resulta en un tratamiento completo y natural para nuestra piel que, además, nos hará sentirnos mucho mejor.