La guerra de Corea en 1950 fue el primer conflicto importante en un mundo que estaba divido en dos. El resultado fue también la división de Corea en dos naciones: la del norte, apoyada por la URSS y China, y la del sur, apoyada por Estados Unidos y la ONU. En la frontera de estos dos países se creó una zona desmilitarizada que ahora es uno de los santuarios ecológicos más importantes del mundo.
En la franja de 4 kilómetros de ancho por 238 km de largo, la intervención humana ha sido nula y esto ha permitido a la naturaleza recuperar miles de especies de animales, plantas, insectos, anfibios y reptiles. Lo ceñido de las alambradas, por otro lado, ha permitido que sólo animales pequeños, insectos y aves ingresen al nuevo hábitat, esto beneficia a los antiguos predadores, que han podido recuperar sus poblaciones.
Especies como el leopardo del Amur, el oso negro asiático y la ballena gris de Okhostsk han encontrado en estas tierras y aguas el hogar que la guerra, la industria y la explotación descontrolada les arrebataron.